Leonardo Rucabado fue uno de los grandes arquitectos españoles de principios del siglo XX, y una figura clave del regionalismo montañés.
Nació en Castro Urdiales, en 1875, en una familia bien posicionada económicamente que le permitió estudiar, primero, en la Escuela San Juan Bautista de Santoña, y después cursar estudios de arquitectura e ingeniería industrial en Barcelona.
Rucabado fue un arquitecto que bebió del movimiento modernista barcelonés y vienés, pero su vocación fundamental fue el estilo montañés, que modernizó desde 1907 y le llevó a ganar certámenes de arquitecturaa nivel nacional, y en el que realizó hermosos proyectos por Cantabria y País Vasco.
Pero el mayor desafío de su vida fue la búsqueda de un estilo constructivo puramente español desde 1914, inspirado por las tendencias nacionalistas de la época, como estaba ocurriendo en otros países europeos. La búsqueda de una arquitectura española le llevó a ganar con sus diseños el primer premio en la Exposición Nacional de Bellas Artes de 1917.
En ese nuevo estilo pudo proyectar la casa de Tomás Allende en Madrid y la Biblioteca de Menéndez Pelayo en Santander, trabajo que nunca vio finalizar. La gripe que asolaba Europa no hizo una excepción en él, y truncó tempranamente su vida con tan solo 43 años.
Su muerte privó a España de uno de sus arquitectos más virtuosos, y los negocios inmobiliarios y las tendencias estéticas de cada época llevaron a que muchos de sus edificios fuesen destruidos. Afortunadamente, aún quedan ejemplos de su quehacer que han sobrevivido, como veremos en esta web.
Rucabado en Castro Urdiales
Leonardo Rucabado dejó una importante huella arquitectónica en su municipio natal, con obras de distinto estilo y características, todas muy interesantes de conocer.
En el casco urbano se encuentra la imponente Casa de los Chelines (1902), proyectada por Severino Achúcarro y cuya dirección de obra corrió a cargo de Rucabado como discípulo suyo que era. Se trata de un edificio de viviendas situado en la Plaza del Ayuntamiento, con diseño neogótico e influencia modernista, y en 1982 fue declarado Bien de Interés Cultural (BIC).
Cruzando La Plazuela y a la entrada de la calle Melitón Pérez del Camino se ubica el edificio González (1910), edificio proyectado por Rucabado con un maduro lenguaje modernista.
Ya acercándonos a la playa de Brazomar está el Chalet de Sotileza (1913), un trabajo en solitario de Leonardo Rucabado para la familia de su esposa, Emma del Sel, que representa una versión madura del regionalismo montañés desarrollado por él mismo, plasmado en buen número de edificaciones por toda Cantabria y Bilbao. Este edificio fue declarado Bien de Interés Cultural (BIC) en 1989 y actualmente está parcelado en diferentes viviendas.
Muy cerca se encuentran Las Glorietas (1916), restos de una finca diseñada por Rucabado de la que quedan una imponente reja blanca y un ajardinamiento romántico.
Y por último, no debemos olvidar los diversos panteones con la firma de Rucabado que están en nuestro Cementerio de Ballena, Bien de Interés Cultural por su riqueza patrimonial.
Destaca entre ellos el Panteón del Sel, diseñado por Rucabado y donde descansan sus restos.
Estilo montañés
La presencia de Leonardo Rucabado en congresos de arquitectos a principios del siglo XX le movió a investigar sobre la esencia de la construcción montañesa.
Entre 1907 y 1911, Rucabado viajó por Cantabria estudiando, dibujando y tomando nota de sus observaciones sobre la edificación tradicional de la región. Estas indagaciones le llevaron a idear un estilo personal, respetuoso con lo castizo pero a la vez innovador, que plasmó en su proyecto de Palacio Montañés por el que recibió el primer premio en el Salón Nacional de Arquitectura de Madrid en 1911.
El nuevo estilo incluía el torreón medieval, que Rucabado había observado en sus viajes por Cantabria y que aparecerá en adelante en todos sus diseños.
Todavía Rucabado quiso contribuir a la arquitectura de su época queriendo definir un estilo propiamente español, al que aportó no pocas pinceladas de la tradición montañesa, lo que le valió otro primer premio en la Exposición Nacional de Bellas Artes de Madrid en 1917, y que se plasmó en obras como la casa de Tomás Allende en Madrid en 1920 y la Biblioteca de Menéndez Pelayo en Santander, finalizada en 1923, ambas obras póstumas.
El estilo de Rucabado se sirve de formas rectangulares dotadas de torres cuadradas. Utiliza miradores, soportales, terrazas solariegas, y entradas monumentales. Como elementos decorativos se vale de escudos de armas, fachadas con tirolesa y amplios aleros.
Las edificaciones más reseñables de este arquitecto son, por ejemplo: Sotileza, en Castro Urdiales; el chalet de Tomás Allende en Indautxu; la Casuca, en Santander; el edificio de Tomás Allende en Canalejas, Madrid; y, por supuesto, la Biblioteca de Menéndez Pelayo, también en Santander.
La Biblioteca de Menéndez Pelayo es quizás la obra más destacada de Leonardo Rucabado, construida en la capital cántabra para albergar la colección de libros del insigne autor Marcelino Menéndez Pelayo.
El edificio responde a un estilo ecléctico que mezcla el neoclasicismo y la estética historicista manifiesta en las inquietudes de la última etapa del autor.
Rucabado nunca vio finalizado el edificio, pues murió en 1918, lo que provocó retrasos en su finalización, que no se produjo hasta 1923.
La Biblioteca de Menéndez Pelayo fue declarada Bien de Interés Cultural en 1982.
La Casa de Allende es un edificio de la ciudad española de Madrid proyectado por el arquitecto Leonardo Rucabado1​ para su propietario, Tomás de Allende, del que toma el nombre.
El edificio, cuya construcción se llevó a cabo entre 1916 y 1920, se ubica en la carrera de San Jerónimo, haciendo esquina en la plaza de Canalejas, en el distrito Centro.
Es un edificio ubicado en Indautxu, Bilbao, en la intersección de Simón Bolivar con Aureliano Valle. Fue propiedad original de Tomás Allende Alonso. Ese palacete ha sido conocido por varios nombres a lo largo de la historia.
Tras los Allende, pasó a llamarse Palacio Arróspide, tras ser adquirido por el doctor bilbaino. También fue denominado como chalé del Rectorado, por ser sede de la Universidad del País Vasco
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